Tina Modotti inmortalizada por Edward Weston. Un rostro plácido, o quizá lleno de angustia, ocupaba por completo el marco. Las manos sobre el mentón, sosteniendo las mejillas, y una boca de labios carnosos a punto de decir algo delicado, un secreto nunca antes compartido. El cabello abierto en dos aguas, separadas por una partidura amplia como un canal. Los párpados cerrados, la línea negra de las cejas pobladas, el lado izquierdo de la cara esfumado en lo que parecía ser el humo oscuro de la sombra de la luna. El acecho de una tragedia inminente.»
La Mujer Infinita Sello: B Autores: Jose Ignacio Valenzuela