En estos relatos habita la Patagonia urbana, las ciudades posmodernas construidas en el recodo del mito fundacional y donde conviven personajes tan distorsionados como infrecuentes: hombres que quieren ser castores, un médico informático, un doble de Bon Jovi, navegantes que surcan el mar del delirio, y hasta la figura del mariscal Josip Broz Tito enarbolando la bandera de la estrella roja de Yugoslavia en la ciudad más meridional del globo.
Podemos afirmar que en Paganas patagonias los escenarios y las atmósferas cobran particular protagonismo: villorrios abandonados, gasolineras, faros, geografías donde se extravía el sueño de la razón, una academia de kick boxing y, en particular, la ciudad de Punta Arenas como un epicentro donde subyace la desmesura. También aparecen en estos cuentos los barcos, que con sus quillas como espadas cortan el hielo antártico, uniendo las arterias de la tierra para hacer elocuente el fracaso de toda empresa humana por doblegar la epopeya del frío.